"Nunca le perdoné a mi hermano gemelo que me abandonara durante siete minutos en la barriga de mamá, y me dejara allí, solo, aterrorizado en la oscuridad, flotando como un astronauta en aquel líquido viscoso, y oyendo al otro lado cómo a él se lo comían a besos.
Fueron los siete minutos más largos de mi vida, y lo que a la postre determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá.
Desde entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa, del colegio, de misa, del cine... aunque ello me costara el final de la película..."
Poco a poco me fui acostumbrando a que mi vida comenzara a funcionar siempre 7 minutos antes que la de mi hermano, sin darme realmente cuenta de todo lo que me estaba perdiendo al correr siempre esos 7 tontos minutos...
Hoy, muchos años después, por fin he dejado de correr esos 7 minutos que me separaban de mi hermano, pues ahora me tocan correr esos 10 minutos que me separan de muchas otras cosas como un trabajo, una familia, o una simple cita de la que mi mente no se ha acordado a tiempo; hoy es cuando realmente me arrepiento de haber corrido tantas veces esos 7 minutos y no haberme parado disfrutarlos con mi hermano, del cuál ahora por desgracia nos separan unas vidas tan diferentes que pocas veces podemos adaptarlas para vernos, pero que cuando lo conseguimos pasan los minutos tan veloces que no nos damos realmente cuenta de lo rápido que va pasando nuestra vida por nuestras manos sin sacarle todo lo mejor de su jugo, por ello cada mañana que recuerdo todos esos minutos que tendré que desaprovechar a lo largo del día, solo se me ocurre decir... ¡¡Gracias nuevos minutos!!
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