lunes, 18 de octubre de 2010

Debajo de mi cama

Cuando me pongo a pensar que hay debajo de mi cama me cuesta poco imaginarla con todos esos trastos a los que yo particularmente prefiero llamar recuerdos y que muchos los categorizarían como basurillas.

Todo el sótano de mi cama consiste en un millón de cajas de todos los tamaños, llenos de un sinpar de cosas. Podemos ver como contenido de esas cajas un montón de recuerdos de viajes que mejor o peor han hecho su meya en mi persona: una escapada rápida a Praga, un año en Londres, un puente en Lisboa, regalos de algún que otro novio, o incluso cosas que me encantaría tirar o colocar en las estanterías y no tengo a veces fuerza para deshacerme de ellas o me falta valor para que la gente las vea.

A veces temo pensar que pasara con todos esos pequeños artículos inservibles a los que yo considero grandes tesoros el día que definitivamente me vaya d mi casa, pues aunque son cosas que me gustaría que viajaran conmigo, por culpa de mis nuevos acompañantes las tendré que abandonar, pero posiblemente no creo que me quiten la costumbre de guardar todo por aquel "por sí..." que tantas veces he aplicado y aún hoy día me gusta pensar, ¿qué sentido puede tener el envoltorio de un chicle, o una notita que escribiste en el colegio? para mi todo el del mundo y eso hace que haya gente que en broma o en serio me diga que en ocasiones tengo el síndrome de diogenes.

Es mi pequeño agujero negro que me resisto a limpiar.

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